Con este anuncio, la organización ha indicado que "refrenda su arraigo" en Almería y "despeja dudas" sobre su "compromiso de permanencia" en Villaricos-Palomares. Como es sabido, Dreambeach reveló hace unos días que el próximo 13 de agosto celebrará un festival de un día en El Puerto de Santa María (Cádiz) y la noticia causó cierto revuelo en redes sociales.
El director artístico de la marca, Gonzalo Miranda, ha querido zanjar esas especulaciones de forma contundente y ha asegurado que Villaricos-Palomares "es nuestro hogar y donde nuestro corazón late con más fuerza". "Nacimos en Almería y nuestra principal apuesta organizativa y económica continúa firmemente radicada aquí. Desde 2013 hemos sido un pilar de la oferta veraniega de Cuevas del Almanzora y tenemos intención de seguir aportando cultura, inversión, riqueza y diversidad a esta tierra" ha afirmado el directivo musical hispano-portugués.
En su última edición, en 2019, Dreambeach atrajo a 160.000 personas repartidas a lo largo de cinco días. En conjunto, se calcula que el festival contribuye a la economía de la comarca con un impacto de 15 millones de euros. En su regreso tras la pandemia, el evento traerá a la costa de Almería a un centenar de los mejores artistas electrónicos del planeta y montará cinco grandes escenarios; tres en el recinto principal y dos en el camping.
TRIBUTO MUSICAL A UCRANIA
Entre los nuevos artistas, destacan The Martinez Brothers.Pese a su apellido español, su ADN es 100% del neoyorquino barrio del Bronx. El dúo inundará la Dreams Tent con su elegante sonido underground de la nueva escuela. El DJ belga Coone es uno de los más celebrados representantes globales del Hardstyle, un enérgico género de la electrónica que arrasa en los grandes festivales. Por su parte, el también belga Netsky es unas de las figuras del Drum & Bass más admiradas del continente.
La invitación de Korolova tiene una historia propia. Dreambeach abrirá las puertas de su mainstage a esta DJ ucraniana que se ha convertido en un símbolo de la resistencia frente a la invasión rusa. A principios de marzo, en medio de un bombardeo, se vio obligada a huir de su casa en Chernihiv (Ucrania) llevándose consigo a su hija, su perro y todas las posesiones que pudo meter en dos bolsas. Se las arregló para llegar a Polonia, donde tenía una actuación. En su set solo pinchó música de artistas ucranianos y no dejó de llorar. Desde entonces, usa sus redes sociales para denunciar las atrocidades de la guerra en su país