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El casco histórico de Mojácar, Vera, Huércal-Overa o Berja, entre otros. ¿Cuál es tu favorito?
Donde descansa la paz. A la orilla del Andarax, se trata de uno de los municipios de la comarca donde mejor se manifiesta su arquitectura tradicional de casas-cueva contando, además, con buenos ejemplos de casas señoriales del esplendor de la uva de barco del finales del s. XIX y principios del s. XX. La zona alta de su casco histórico está conformada por empinadas calles que serpentean entre casas-cueva generando un conjunto muy singular. En la parte baja, más llana y cercana al río, podemos observar buenos ejemplos de casas burguesas como la de los Santiesteban, los Paniagua, los Porras o la más célebre, la de 'Los Caballitos'.
Descolgado bajo su castillo, conforma uno de los entramados urbanos más bellos de la provincia. La uniformidad del conjunto, el juego armónico de sus cubiertas de teja árabe, el color blanco o la calidad de sus construcciones destacan como máximos exponentes de uno de los cascos históricos más singulares de la provincia de Almería y que, además, alberga, entre otras joyas, la Iglesia de Santiago, coronada por la pequeña Iglesia mudéjar de la Magdalena y la majestuosidad de la perspectiva del Castillo de los Vélez, una verdadera joya desconocida del Renacimiento español.
El casco antiguo de Cuevas del Almanzora ocupa, hasta la cota no inundable, una colina situada en la margen derecha del rio Almanzora coronada por un castillo fortaleza de origen musulmán. El Castillo del Marqués de los Vélez contiene el Palacio del Marqués, del siglo XVI, de estilo renacentista y la Casa de Tercia, del siglo XVIII, de estilo neoclásico. La iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación, construida en el siglo XVIII sobre los restos de la antigua mezquita, de interior barroco y fachada neoclásica, es Monumento Histórico Artístico Nacional desde 1983. En 1838, el descubrimiento y explotación del rico filón de galena argentífera en Sierra Almagrera dio lugar a la aparición de una burguesía adinerada que construyeron una serie de palacetes entre los que destacan el de Torcuato Soler Bolea, el de los Figueroa o la Casa de la Sultana, vivienda de invierno del poeta Álvarez de Sotomayor, que cualifican el conjunto urbano. Las Casas del Calguerín constituyen un conjunto de casas-cueva excavadas en un acantilado arcilloso paralelo al rio Almanzora, próximo al casco antiguo, que han estado habitadas desde la época musulmana hasta la actualidad.
Paseando entre susurros de agua. Situado a las faldas de Sierra Nevada, posee un trazado urbano de clara influencia musulmana conformándose por calles estrechas que ascendían sinuosamente hacia su Alcazaba adaptándose a la topografía y duro clima. Más adelante durante el s. XVIII pudo disfrutar de un auge económico con la industria textil y la expansión del espacio cultivado, aportándonos casas señoriales de esta pequeña nobleza rural, organizadas en torno a un patio central de tradición morisca. De esta época son también las numerosas fuentes y pilares que salpican la trama urbana, recordándonos las mejoras higiénicas de su abastecimiento público. Destacan, de la época de esplendor musulmán, la Alcazaba de Laujar (s. XII), declarada Bien de Interés Cultural; de su época cristiana, el Convento de San Pascual Baylón (s. XVII y XVIII), hoy casi en ruinas; la Iglesia de la Encarnación (s. XVII) y el Ayuntamiento (s. XVIII).
Arquitectura que hace patria. La proximidad de la frontera tras la conquista cristiana del Reino de Murcia, en 1266, consolidó el traslado de los habitantes de Mojácar a su actual emplazamiento, en lo alto de una colina de las últimas estribaciones de Sierra Cabrera, con dos cotas elevadas ocupadas, en su época, por el castillo-fortaleza y por la mezquita. A sus pies, se fue conformando una población con un supuesto 'desorden urbano', resultado de una cultura y una religión surgida en una región donde no de usaba la rueda, y, por tanto, podía adaptarse a cualquier situación topográfica. El trazado urbano del municipio se adaptó a la disposición del terreno en el que se asienta, proporcionando sombras, permitiendo una mayor densidad dentro de su perímetro, facilitando las relaciones sociales y siendo fácilmente defendible. No existen grandes edificios históricos, en Mojácar el protagonista es el conjunto urbano, las calles estrechas de trazado laberíntico, los adarves y rincones, como los de la Puerta de la Ciudad, y las notas de color de las flores colgadas de sus paredes blancas.
Bienvenidos a la Alpujarra. En Berja podemos disfrutar de un ejemplo de casco histórico barroco pudiendo diferenciarse desde el modelo musulmán de trazado irregular que se articulaba entorno al sistema de acequias que abastecía a la ciudad, hasta otro modelo ortogonal ordenado en manzanas regulares, fruto del ensanche decimonónico propiciado por el esplendor minero. En su interior podemos disfrutar de ejemplos de arquitectura y urbanismo de varias épocas como la Torre de los Enciso (s. XVI), la Plaza de la Constitución junto con el Ayuntamiento (s. XIX), o el Paseo Cervantes y la Plaza del Mercado Viejo (s. XX).
El lugar donde la nieve se hace casa. Ubicado en la cara sur de la Sierra de Los Filabres, forma junto con Velefique, Castro de Filabres y Olula de Castro uno de los conjuntos de núcleos urbanos más atractivos de la provincia por su arquitectura tradicional en piedra seca. Las edificaciones están literalmente talladas en la roca y se conforman mediante muros y cubiertas de pizarra en seco extraída del lugar, generando así una imagen única. Las tramas urbanas se adaptan a la dura topografía mostrando una inteligencia y economía de medios dignas de conocer y ser puestas en valor.
Señorío y burguesía. Un casco histórico que resume la historia de la provincia. Muy influido por las tendencias arquitectónicas de la vecina Murcia, destaca la calidad constructiva de sus casas y su trazado urbano, en el que la presencia de innumerables hitos lo articulan histórica y culturalmente. Conventos, congregaciones, viviendas señoriales, museos y tabernas tejen un casco histórico sin igual en la provincia. Cabe mencionar la Iglesia del Carmen y la singular Iglesia de la Encarnación, sin lugar a dudas el templo de mayor porte tras la Catedral de Almería. Su casco historio ha contado con el primer Plan Especial de la provincia, lo que avala su interés en todos los ámbitos, urbanísticos y de protección.
El sabor de la tradición nos recorre el paladar nada más pisarlo. El casco histórico de la Villa de Níjar constituye un conjunto de calles encontradas y fachadas encaladas que desde la ordenada Glorieta del Ayuntamiento y la Iglesia de la Anunciación, junto a su bastión militar, se extienden y jalonan hasta los aledaños de la Torre Atalaya que destaca en el paisaje. Se concilian los colores de las carpinterías de las casas y las flores que las embellecen, junto a las artesanías del lugar en una simbiosis entre arquitectura vernácula y su recuperación de una imagen amable.
La perla blanca tapizada de flores. Las fachadas de las humildes edificaciones encaladas de cubierta plana conforman un entramado irregular de calles estrechas gustosas de pasear por la riqueza de sus perspectivas. Destaca por el buen estado de conservación de sus arquitectura tradicional, así como por los importantes vestigios de su pasado minero del siglo XIX. Las celosías que embellecen las calles a la par que las nombran, el cariño de los vecinos para cuidar sus geranios y el sonido del agua al manar de la fuente hacen de este casco histórico un fresco paseo por los sentidos.
La belleza colgante. El casco histórico de Sorbas se encuentra en una pequeña 'isla' flanqueada por escarpados barrancos excavados por la acción del agua sobre el terreno kárstico de la zona. Las edificaciones se asoman aprovechando cada centímetro de la meseta generando una imagen icónica del municipio. Su trama urbana es irregular adaptándose a los bordes perfectamente definidos por el barranco. En su interior podemos disfrutar de importantes edificaciones como la Iglesia Parroquial de Santa María de origen mudéjar (s. XVI) declarada Bien de Interés Cultural o de la Casa del Duque de Alba o Casa del Marqués del Carpio (palacio s. XVIII).
Volver a nacer tras la catástrofe. El casco antiguo de Vera tiene un trazado reticular como resultado de su reconstrucción de nueva planta tras el terremoto que en noviembre de 1518 destruyó la ciudad y su fortaleza de origen musulmán asentadas en el cerro del Espíritu Santo. El primer recinto amurallado, de forma cuadrada, tenía dos puertas y dos postigos, situados en el centro de los cuatro lados. Los dos ejes perpendiculares que unían las puertas, calle Mayor, y los postigos, calle del Aire, se cruzan en la Plaza Mayor a la que dan frente la Iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación, de estilo gótico tardío, y el Ayuntamiento, reconstruido en la década de los ochenta del siglo XIX, según proyecto de Enrique López Rull. La ciudad conserva la morfología decimonónica como consecuencia de las condiciones estéticas impuestas por el planeamiento urbanístico para la rehabilitación o sustitución de edificaciones en el casco antiguo.
Capitalidad fronteriza. Ubicado sobre una llanura, tiene la peculiaridad de ser uno de los escasos cascos históricos de la provincia cuyo origen se basa en el establecimiento de una trama urbana ortogonal y ordenada. Con origen en el s. XVI, su mayor desarrollo se produjo a partir de la construcción en el s. XVIII de la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción y más tarde de la Capilla de Nuestro Padre Jesús, configurando dos espacios públicos que se convirtieron en el centro de la vida social del municipio, lo que ha perdurado hasta nuestros días.
El pueblo de los paseos infinitos. Ubicado en la cara Norte de la Sierra de los Filabres dominando el Valle del Almanzora, se trata de uno de los núcleos urbanos más peculiares de la provincia por su excepcional adaptación a la fuerte topografía del lugar abrazando la atalaya natural donde se emplaza el Castillo de origen nazarí (s. XIII). Su arquitectura tradicional genera una unidad fragmentada de pequeños volúmenes cúbicos blancos acabados en tejados de teja árabe dando lugar a una trama urbana irregular de calles estrechas donde se ubican casas señoriales de finales del s. XIX y principios del s. XX, coincidiendo con su esplendor minero. Fotografía: Francisco Pérez del Hoyo.