Rosa Castillo (Barbate, 1974) colgó las botas en 2009 después de que le ofrecieran un trabajo de conserje que le permitía en aquel momento cotizar en la Seguridad Social, algo que nunca pudo hacer como futbolista profesional, ya que en aquellos años no había regularización, ni convenio colectivo, ni nada parecido. Hasta ese momento no paró hasta conseguir su sueño: ser futbolista. Y lo hizo en una época en la que las dificultades para ello eran mucho mayores, si cabe, que las que existen actualmente. El fútbol, sin duda, forma parte de su vida.
Por eso se considera parte, de alguna forma, del enorme éxito conseguido por la selección española de fútbol femenino, tras conquistar el Mundial. No en vano, Rosa Castillo vistió la camiseta de la selección absoluta nada menos que en 57 ocasiones. Por eso piensa, con justicia, que puso su granito de arena y abrió algunas puertas para lograr lo que hoy se ha logrado.
El pasado domingo se sentó delante de la televisión para vivir un momento histórico del deporte español. Y lo hizo con la alegría inmensa de conquistar el título, y con el orgullo de ser parte de ello.