Miguel Bernardo Bianquetti, conocido futbolísticamente como Migueli, nació en Ceuta en 1951 y se inició como futbolista en el O'Donell de su ciudad natal. Llegó muy joven al Cádiz, pero enseguida empezó a demostrar sus cualidades como defensor de raza: un físico potente, envergadura, valentía, carácter, liderazgo y capacidad táctica. Después de tres temporada vestido de amarillo, se abrió la subasta para su venta. Finalmente, impulsado por el entonces entrenador del Cádiz, Domingo Balmanya, fue traspasado al FC Barcelona, donde desarrolló el resto de su carrera. Nada menos que 15 temporadas como blaugrana, que le hicieron ser durante muchos años el futbolista con más partidos disputados en el conjunto catalán, hasta que fue destronado por la hornada más contemporánea de los Messi, Xavi, Busquets, Iniesta, Piqué y Puyol. También fue internacional con la selección española, disputando un Mundial y una Eurocopa. Una auténtica leyenda del fútbol español.
Aunque han pasado bastantes años desde su retirada deportiva, la gente todavía le sigue reconociendo por la calle: "la gente me sigue parando por la calle, tampoco he cambiado mucho, lo que ha cambiado son los años, pero el físico lo tengo más o menos igual que cuando jugaba". Un partido entre el Cádiz y el Barcelona, obviamente, siempre es especial para Migueli, que ha reconocido que "son los dos equipos de mi vida, las dos camisetas profesionales que me he puesto en mi vida futbolística. Uno siente nostalgia, después de tantos años. Los tres años que estuve en Cádiz fueron extraordinarios, estuve muy feliz, y luego en Barcelona eché el resto de mi vida deportiva. Siento algo especial por los dos. Cuando se me pregunta que quién quiero que gane, digo que gane el mejor, porque uno tiene el corazón dividido".
Con respecto a la situación actual por la que pasa el Cádiz, Migueli ha comentado que "está un poco con el agua al cuello, pero de peores situaciones ha salido. Si el Cádiz se lo cree y empuja un poquito más puede ser que se salve. Hay una gran afición que está siempre junto a su equipo". Además ha recordado con cariño su etapa en el club amarillo: "en aquella época había gente muy allegada al fútbol, gente que sentía el fútbol, tanto el presidente como el entrenador, se vivía mucho el fútbol. Tuve la suerte de tener a Márquez Veiga y Gutiérrez Trueba, como presidentes, a León Lasa, a García Andoin, Domingo Balmanya... te implicaban por la manera en la que te decían las cosas, y eso es algo muy bonito y muy importante". Además ha añadido que "yo siempre digo que el 90% de un equipo lo tiene el vestuario, independientemente de lo que ocurra en el terreno de juego, con eso ya tienes mucho ganado". Asimismo ha lamentado que "el fútbol ha cambiado mucho por todo lo que se mueve, yo he llegado a renovar con Gutiérrez Trueba llamando a la puerta y pactando las condiciones de palabra, ahora ha cambiado mucho todo, antes era sentimiento, amistad y ahora es todo muy distinto". Recordando aquel vestuario del Cádiz, ha apuntado que "aquello era un maravilla, siempre estaban de broma, siempre riéndose, lo bonito de ese vestuario es que era todo unión, gente que iba a una, la verdad es que yo pasé unos años muy felices".
Migueli ha repasado cómo fue su traspaso al Barcelona: "yo tenía cuatro opciones para salir, estaba el Atlético de Madrid, el Valencia, el Madrid y el Barcelona. Teníamos un entrenador que era un perro viejo en el fútbol, Balmanya, como gran culé, quería que me fuera al Barcelona y así fue. yo tenía una pequeña lesión en la espalda y había muchos ojeadores en la grada y él los conocía a todos, entonces les dijo que yo estaba mal de la espalda y que no iba a quedar bien para el fútbol y sólo me puso los últimos 10 minutos de aquel partido. Los ojeadores creyeron que yo estaba mal de la espalda y que no era conveniente que me firmaran. Él quería que fuera al Barcelona y así fue, firmé en el Barcelona porque él quiso. él me recomendó venir al Barcelona y se lo tengo que agradecer".