Investigadores del Departamento de Psicología de la Universidad Loyola y las Universidades Oviedo e Islas Baleares ofrecen una serie de recomendaciones clínicas y de investigación en base a una revisión de la evidencia científica, para mejorar el tratamiento de pacientes con adicción al tabaco y elaborar técnicas más efectivas para dejar de fumar y evitar recaídas. El estudio en el que participa el investigador de la Universidad Loyola, Sergio Fernández-Artamendi, director del Master en Intervención Psicológica en Adicciones, recomienda sobre todo que a nivel clínico se diseñen tratamientos que aborden diferentes variables clínicas de transdiagnóstico, es decir, que tengan en cuenta un conjunto de factores clínicos clave que subyacen al tabaquismo y diferentes condiciones emocionales que están tras esta adicción.
Eliminar el temor a los síntomas relacionados con la ansiedad
El trabajo destaca principalmente la eficacia del tratamiento de la reducción de la sensibilidad a la ansiedad (SA). Lo cual se refiere al temor a la sintomatología relacionada con la ansiedad vinculada a las creencias y cogniciones acerca de las posibles consecuencias perjudiciales de los estados internos aversivos. Investigaciones anteriores realizadas en Estados Unidos y Argentina han demostrado que la integración de componentes que reduzcan esta sensibilidad a la ansiedad en tratamientos más amplios para dejar de fumar provoca mejores tasas de cumplimientos de los tratamientos y un menor riesgo de recaída a medio y largo plazo.
Esta revisión realizada por los científicos titulada “Anxiety sensitivity as a transdiagnostic vulnerability factor for cigarette smoking: Clinical and treatment implications”, publicada recientemente en la revista Adicciones, pone de relieve necesidades de nuevas investigaciones en base a experimentos realizados anteriormente que pongan más incidencia en la relación entre vulnerabilidades como la psicopatología emocional, el consumo de cigarrillos y el abandono del tabaco.
El estudio de los expertos sugiere además que el seguimiento de los pacientes en tratamiento para dejar de fumar se realice pasado al menos un año, para observar mejor la tasa de eficacia de los tratamientos a largo plazo. Igualmente, el estudio sugiere realizar los tratamientos en entornos comunitarios, fuera de laboratorio, y tener en cuenta factores como las diferencias culturales o las diferencias de género. Ésta última debe estar basada en evidencias de estudios anteriores sobre el comportamiento emocional con respecto a las adicciones, lo cual puede determinar tratamientos clínicos encaminados a las posibles diferencias de conducta en función del género.
Tal como proclara la Organización Mundial de la Salud (OMS), el tabaquismo es la principal causa prevenible de muerte prematura en todo el mundo y, a pesar del hecho de que hay muchas terapias disponibles para dejar de fumar, se necesitan intervenciones adicionales eficaces, ya que muchos intentos de dejar de fumar no tienen éxito y un alto porcentaje de pacientes recaen en los meses posteriores a un intento de dejar de fumar.
El Día Mundial Sin Tabaco se celebra en todo el mundo el 31 de mayo de cada año. Esta celebración anual informa al público acerca de los peligros que supone el consumo de tabaco, las prácticas comerciales de las empresas tabacaleras, las actividades de la OMS para luchar contra la epidemia de tabaquismo, y lo que las personas de todo el mundo pueden hacer para reivindicar su derecho a la salud y a una vida sana, así como proteger a las futuras generaciones. La Asamblea Mundial de la Salud instituyó el Día Mundial sin Tabaco en 1987 para llamar la atención mundial hacia la epidemia de tabaquismo y sus efectos letales.