Robert Moreno ya es historia en el Granada CF. La nueva derrota en Valencia, una derrota, que podemos denominar lógica, precipitó la caída de un entrenador que ya había salvado varios ultimatums a lo largo de esta temporada. El fracaso del entrenador, en el que la propiedad china había depositado toda su confianza, evidencia que este club no funciona. Y no lo hace en casi ninguno de sus departamentos. Bien es cierto que en algunos aspectos no ha cambiado con respecto a los anteriores ejercicios, pero sí lo ha hecho justo donde hay que acertar siempre, en lo deportivo, que es el gran motor de cualquier club de fútbol profesional. Si algo funciona, no lo cambies, dice la máxima. Y, contradiciendo toda la lógica, la institución se ha esforzado en cambiar todo lo que había funcionado para maravillar al fútbol español y conducir al conjunto rojiblanco por primera vez a Europa. No hay que ser muy inteligente para ver que no sólo ha fallado el entrenador, el Granada CF no puede continuar con las directrices que han recomendado enviar a la calle a los que hicieron posible el éxito histórico. Porque podrán cambiar el entrenador, están en su derecho y seguramente era lo que había que hacer. Por cierto, le deseamos toda la suerte del mundo a Rubén Torrecilla, que es un entrenador magnífico y sobradamente preparado para sacar la situación adelante, pero si las directrices son las mismas que han provocado un fracaso, hijo de esta revolución tan absurda como torpe e innecesaria, todo seguirá igual. Y si no, tiempo al tiempo.