Todo, en un marco incomparable, al que nos hemos desplazado en multitud de ocasiones y en el que hoy centramos nuestra mirada: el Palacio de Villalón. Considerado una de las joyas de la arquitectura doméstica malagueña del renacimiento. Edificado en el siglo XVI y ubicado, para los despistados, entre la calle de la Compañía y la calle de los Mártires, dentro del conjunto histórico de la ciudad, con fachada principal a la primera de las calles. Antaño, un edifico en ruinas, que requería de algo más que un lavado de cara. En la actualidad, una referencia social y cultural. En el archivo Temboury se denomina a esta casa palacio Mosquera, por lo que puede tratarse del mismo edificio, que a lo largo del tiempo ha sido propiedad de varias familias aristocráticas. Un inmueble que pertenece, desde septiembre del año 2000 al Ayuntamiento de Málaga, punto clave para la puesta de largo, unos años después, de esta pinacoteca, cuyo nexo con la ciudad parece ya consolidado.
En ese punto, hoy se festejan 10 años de cultura, con la marca de la baronesa Thyssen, propietaria de la colección permanente y de buena parte de los muchos emblemas que se han dispuesto en sus salas, a lo largo de esta década. Hoy, se hace balance en torno a este recorrido, que nació del acuerdo entre la colección Carmen Thyssen y el Ayuntamiento de Málaga, y que hoy se ve a sí mismo como referente inexcusable en esta ciudad de museos, por su personalidad única y singular. El punto de partida y centro de su oferta cultural ha sido y es una colección de casi 300 obras de arte español que recorre un largo siglo, desde el romanticismo de comienzos del XIX, hasta la antesala de la vanguardia, en las primeras décadas del XX, dando especial protagonismo a artistas y temáticas andaluzas y donde destacan nombres como Fortuny, Sorolla, Romero de Torres, Zuloaga o Zurbarán, en el pequeño apartado que el museo dedica también al arte antiguo.
Sin embargo, en estos diez años el Museo ha buscado ampliar y enriquecer su colección permanente, reforzando su idiosincrasia, con una apuesta decidida por unos contenidos y una gestión propios y diferenciados. Con una media anual de 160.000 visitantes, un programa de colaboración activa con los establecimientos comerciales del barrio y con colectivos de otros distritos de la ciudad, una red de patrocinadores que han permitido incrementar cada año la actividad, una programación de eventos y actividades culturales para todo tipo de públicos, y un extenso colectivo de Amigos del Museo.
Más de un millón y medio de visitantes han pasado por sus salas en este período, a los que ese suman los más de 60.000 participantes de los programas anuales del equipo de Educación, con pedagogía propia y buscan atraer nuevos públicos y consolidar su compromiso con la accesibilidad y la diversidad.
En estos diez años, se han llevado a cabo un total de 36 exposiciones temporales, a las que se suman dos breves muestras o itinerarios, con obras propias, dentro de la colección permanente, y algunas obras invitadas. Para dar forma a todo esto, y para ratificar esa trayectoria marcada por el éxito, el Museo ha recibido cerca de 2.000 obras de unos 500 artistas procedentes de 350 prestadores nacionales e internacionales tanto públicos como privados entre los que se encuentran, entre otros, la Colección Carmen Thyssen, el Museo Thyssen Madrid, el Museo del Prado, el Museo Reina Sofía, el Museo de Bellas Artes de Bilbao, el Museo Nacional d’Art Catalunya, el Institu Valencià d’Art Modern, el Centre Pompidou de París y el Museo Picasso París.