Gaucín, primer pueblo de la Serranía de Ronda que encontramos en la carretera que une el Campo de Gibraltar con la Ciudad del Tajo, tiene todo el encanto de los pueblos blancos que a partir de aquí se encajan en las laderas de las montañas que acogen al río Genal; sus calles, de trazado morisco, se adaptan con facilidad a la colina que lo asienta y la gracia blanca de sus casas se adorna sin recato de rejas y balcones, obra experta de los artesanos de la fragua y la forja.
En la cima del casco urbano y como naturalmente ajustado a la roca se levanta el muchas veces centenario Castillo de El Águila, y nunca mejor dicho porque desde aquí, a vista de águila, se divisa en la lejanía la costa africana, Gibraltar, el río Genal y el campo abierto del último descenso del río Genal a su encuentro con el Guadiaro.
Parada necesaria de todo viajero que se precie, no es de extrañar que imprimiera en la retina de muchos una imagen inolvidable. Autores como Richard Ford, Francis Carter o Gerald Brenan quisieron dejar ilustrado con detalle su encuentro con Gaucín. A ello debió contribuir también el carácter afable y abierto de su gente: nobles, leales y hospitalarios como reza el escudo de armas de la Villa.