La carta de la enfermera malagueña que superó el coronavirus
En España son ya al menos 33.513 sanitarios afectados por el coronavirus. Un 15’3% del total de enfermos. Mientras que en Andalucía son 2.556, ascendiendo el porcentaje de contagiados al 21%
Nos llega la carta de Carmen. Una enfermera malagueña que trabaja en el Chare de Muelle Heredia. Nos cuenta que cumplió 49 años el pasado lunes y que por momentos llegó a pensar que no vería ese día. Ella es una de esos sanitarios afectados por el Covid-19.
Todo empezó con una tos seca que, después de una semana en la que perdió el gusto y el olfato, continuó con fiebre el día 13 de marzo. Carmen no quería ir al hospital. Precisamente por el miedo a que pudiese contagiarse allí de este nuevo coronavirus.
Después de 6 días de fiebre continua, Jose, su marido, enfermero también de profesión, al que Carmen llama “ángel de la guarda” decidió llevarla. Carmen cuenta que “Desde el primer momento que puse los pies allí, ya no volví a ver a mi marido. Entré en una sala de espera con personas como tú: distanciadas unas de otras, y sin querer ni dirigirnos siquiera la mirada y aún menos hablar. Después de ser vista en la consulta y hacerme analítica y RX tórax, me informan que voy a ser ingresada porque tengo infiltrados bilaterales en los pulmones. Se me cayó el hospital encima. El miedo iba aumentando. Me pasaron a observación y estuve 16 horas sentada en un sillón, malísima. La atención recibida fue excepcional: amables, valientes, no tenían miedo de estar allí conmigo, en lo que recuerdo como el centro de un fuego. Decir que en esa zona sólo había pacientes con Covid + o sospechas. Yo aún era sospechosa ya que me hicieron la prueba el día de antes en casa y todavía no tenía el resultado”.
Carmen llegó a planta a las 4 de la madrugada. Por la mañana le preguntan cómo estás. A lo que ella responde que mejor, ya que en ese momento no tenía fiebre y sus saturaciones de oxígeno eran de 91-92% . Eso en el ámbito sanitario es buena noticia. Y Carmen quería volver a casa y recuperarse. Pero al poco de irse la doctora comenzó con vómitos y fiebre. Cuando salió le confirmaron que era positivo en Covid-19. Ya en casa se mete en la cama sin poder comer, beber ni hablar. Jose, su marido, se temía lo peor.
Carmen afirma que no era consciente de su disnea (de su dificultad para respirar), incluso que perdía la noción del tiempo. Al día siguiente vuelve al hospital, la ingresan mucho más rápido porque su estado había empeorado. Tanto los infiltrados como las saturaciones de oxígeno habían ido a peor.
En total, Carmen ha estado 13 días ingresada. Dentro de esto, unos días malos, otros regulares y otros mejorando.
En esta experiencia nos cuenta que ha conocido a dos personas maravillosas, Puri y Conchi. Mi otra familia estos 13 días dice Carmen. “Compañeras de habitación. Hemos compartido vivencias, sentimientos, soledad… Nos dábamos ánimo cuando lo necesitábamos. Éramos la familia que no podíamos tocar ni hablar cerca de ella.”
Continúa Carmen que cuando alguien entraba por fin en la habitación les daba mucha alegría. No sabía si eran auxiliares, limpiadoras, celadores, enfermeras… Ya que venían como astronautas y sólo se les veían los ojos.
Algunos llegaban con miedo. Supone Carmen que se debía al ser personal nuevo: apenas hablaban y se marchaban al momento. Otros les transmitían optimismo, alegría y ánimo. Después, pensaba que ese miedo era normal al exponer sus vidas a cambio de nada. Y es que sólo es un trabajo. Vaya trabajo. Y pregunta Carmen, ¿ahora somos héroes? Quizás recordando tantas manifestaciones por la sanidad pública que se han llevado a cabo en nuestro país.
Carmen nos escribe esta carta y nos dice que ahora es “completamente feliz porque he podido vencer al maldito virus. Quiero pensar que entre todos también podremos porque el covid-19 no entiende de raza, dinero o política… sólo de llevarse vidas por delante”.
Y se despide diciendo, muchas gracias.
No, Carmen, muchas gracias a ti.