La empresa encargada de la demolición ha instalado una grúa que sostiene una lona de neopreno que minimiza los efectos de la obra. El edificio será reducido a escombros en ocho días. Costó 21 millones de euros al Ayuntamiento, recuperando así la titularidad de un espacio que se preveía destinar a promoción de viviendas. La idea, que tras las catas arqueológicas, se valore la presencia de restos de interés, para su puesta en valor y se medite entonces si se da un paso más, para dar forma al proyecto de edificio de uso cultural y de ocio, que persigue el equipo de gobierno.