Ora manifestaba una actitud habitual en hembras que acaban realizar una puesta. Primero, excavó un profundo nido y luego, procedió a depositar los huevos. Tras esto, tapó la cavidad creada y volvió a ocultarla con tierra. Toda una laboriosa maniobra que dio como resultado una grata sorpresa para el equipo del centro de conservación malagueño: 12 huevos de dragón de Komodo, fruto de la cópula de Ora con Reo, el macho que hace unos meses fue operado de cataratas para mejorar su calidad de vida y hacer posible esta reproducción. El comportamiento del reptil dio pistas al equipo para localizar el lugar en el que Ora había depositado los huevos. El mismo día de la puesta, veterinarios y cuidadores se pusieron manos a la obra para proceder a encontrarlos. Después de más de cuatro horas de excavación y alcanzar el metro de profundidad, los encontraron. “Debíamos controlar la puesta para asegurarnos de que todo iba correctamente y dar con los huevos para llevarlos a la zona de incubación. En esta especie, las hembras solo los vigilan durante las primeras semanas. Después se desentienden. Hay que garantizarles los niveles óptimos de humedad y nutrientes para que salgan adelante”, explica Jesús Recuero, veterinario y director técnico de Bioparc Fuengirola.
El éxito de esta puesta viene labrándose desde hace más de un año. Reo y Ora, el macho y la hembra de dragones de Komodo que alberga Bioparc Fuengirola, forman parte del Programa Europeo de Especies en Peligro (EEP) de la EAZA. Coordinados con esta organización, el parque debía garantizar que ambos reptiles tuvieran un estado de salud adecuado al llegar la época de celo. Reo, que padecía de cataratas, fue operado exitosamente el pasado mes de marzo. Sus problemas de visión le hacían tener un comportamiento bastante agresivo no solo con los cuidadores, sino con la propia hembra de su especie. Una actitud que, en caso de juntarlos, podría ocasionar el enfrentamiento entre ambos reptiles.
En paralelo, Ora lleva siendo monitorizada más de seis meses para controlar el estado de sus ovarios y folículos, órgano que frecuentemente provoca la muerte a las hembras de dragón de Komodo. “El problema de esta especie es que hay una incidencia muy alta de enfermedades ováricas en el momento de la ovulación. Los folículos pueden romperse y provocar una peritonitis, causando la muerte del reptil en horas. Esta preocupación ha hecho que pusiéramos en marcha seguimientos semanales a través de ecografías y revisiones. Había que garantizar que Ora estuviera bien”, explica Recuero. Con Reo operado y los folículos de Ora controlados, el pasado mes de junio llegó el momento de la junta.
En la naturaleza, estos reptiles llevan vidas solitarias, un hábito que Bioparc Fuengirola ha respetado manteniéndolos separados durante todo el año. Con la llegada de la época de celo, los equipos de Veterinaria y Herpetología comienzan a desarrollar un protocolo de acercamiento de ambos animales, a través de una malla adaptada; un contacto protegido que les permiten olerse, verse e incluso tocarse un poco, pero evita que se produzca una agresión o ataque.
Al principio, la hembra se mostraba reacia al acercamiento, pero poco a poco y a medida que llegaba el momento óptimo de su ovulación, ambos dragones de Komodo comenzaron a manifestar comportamientos más tranquilos y receptivos. “Los primeros momentos fueron tensos. Ora huía, bufaba a Reo e incluso hubo momentos en los que le dio algunos coletazos que comunicaban su disconformidad. A medida que pasaban tiempo juntos, la actitud de ambos fue cambiando. Evidenciaba que el momento de la cópula era inminente”. Reo y Ora estaban listos, y el equipo procedió a una exitosa junta. Cinco semanas después, tuvo lugar la puesta de huevos. Ya en espacios separados, durante estas semanas la hembra manifestaba una actitud tranquila y de reposo.
Una espera de dos meses para saber si son fértiles y de ocho para que se produzca la eclosión de los huevos
Una vez encontrados los huevos y tras realizarse las comprobaciones pertinentes para asegurar cuáles de ellos eran viables o no, el equipo ha procedido a incubarlos en una zona especialmente habilitada para ello.
En esta área, los cuidadores simulan las condiciones ambientales en las que los huevos se incuban en la naturaleza, enterrados a gran profundidad. “Dentro de la incubadora están aislados con vermiculita -sustrato de incubación- y agua, permitiendo mantener los niveles de temperatura y humedad adecuados para que los huevos continúen desarrollándose. Para garantizarlo, vamos realizando controles, tres días a la semana, durante los ocho meses que dura la incubación”, explica Milagros Robledo, responsable de Herpetología de Bioparc Fuengirola.