Son 73 artículos. Reflejan todo lo que uno pueda asociar a una playa: los juegos, las hamacas, los chiringuitos, la limpieza, la seguridad, las carpas, las motos de agua, las moragas y una larga lista. No se ha dejado nada al libre albedrío, según ha explicado el concejal delegado Diego López. Las playas de Marbella están cada vez más tensionadas, sobre todo cuando llega la temporada alta. Los turistas aumentan y la arena disminuye, una mezcla que ha provocado la decisión del Ejecutivo en aras a encontrar la justa medida. Con la ordenanza, los técnicos del Ayuntamiento podrán ahora sancionar a quienes incumplan las normas, sea quienes sean; bañistas que por ejemplo se instalen en la arena con una carpa que no cumpla con las requisitos, o concesionarios o autorizados de, otro ejemplo, las hamacas.
Ha consensuado el Ayuntamiento esta primera ordenanza de playas con los “chiringuiteros”, con la Asociación de Empresarios de Playas de la Costa del Sol. El colectivo ha recibido de buen grado la decisión porque, según ha subrayado su presidente, Manuel Villafaina, hace falta controlar a mucho desaprensivo que se aprovechaba precisamente de que no había normativa. Además, es que hay cambios que son obligados por los efectos de la naturaleza. Vamos, que algunos tendrán que reducir sus terrazas, o el número de hamacas. O si no disminuirlo, cambiar su disposición, más a lo largo que a lo ancho.
Pero no es del gusto de todos. En este caso ha sido la coalición Izquierda Unida la que ha criticado la novedad, pero no porque no haga falta, sino por, casi se podría decir, todo lo contrario; porque, a juicio de la formación, el PP, el que gobierna en Marbella y artífice en definitiva de la ordenanza, no cuida el litoral. Así lo ha manifestado la coordinadora local, Victoria Morales.
Sea como fuere, vamos, todos, a convivir en las playas, en lo que va quedando de ellas, a la espera del llamado proyecto de estabilización. Y del control urbanístico también, claro.