Todos o casi todos, porque por sus obligaciones profesionales quizá no haya podido cumplir cada verano, viene a pasar unos días. Lo hace desde que era novio de Virginia, ahora su esposa, porque su abuela tenía un piso en pleno centro. Desde entonces intenta no faltar. Viene incluso con su amigo, socio y compañero Alberto Herreros. Les gusta pasar largo tiempo en alguna terraza de la ciudad, charlando de cualquier cosa ¡menos de baloncesto! Ahora además tiene otra conexión más con Marbella porque Alberto y él son socios también de Nacho Saracho, empresario afincado en la ciudad que, como Pablo, es de Vitoria. De sus palabras, se deduce que adora a su mujer y a sus hijos. A ella le debe haber conocido la ciudad y en ellos confía para cosas como dónde tomarse una copa o la música que escuchar. Ambienta este momento compartido con él un tema que ha popularizado su equipo; los jugadores ponen 'Los toros en la Wii' de Love of Lesbian en el vestuario cada vez que ganan un título. Y eso ocurre mucho de un tiempo a esta parte.
Pablo Laso ha cumplido 10 años al frente del Real Madrid de baloncesto, devolviendo al club blanco al lugar que había abandonado hacía tiempo y que no conseguía recuperar. Su filosofía de juego, traducida rápidamente en triunfos, atrajo de nuevo a una afición descontenta, hasta el punto que, obviando el año y poco de pandemia, los llenos se repiten una y otra vez en el antiguo Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid, ahora llamado Wizink Center. Si tiene que gritar a sus jugadores cuando lo cree conveniente, su cara vira a rojo intenso, pero luego se antoja una persona tímida y calmada.