En este sentido, explica que la trompa de Eustaquio es un diminuto tubo que se encarga de conectar la garganta con el oído medio y que, al estornudar, bostezar o tragar, las trompas se abren, evitando así que la presión de aire y fluido se acumulen dentro del oído. Pero, a veces, éstas se obstruyen, provocando la disfunción de las trompas. Sus principales síntomas son la amortiguación de los sonidos, la sensación de presión en el oído y la pérdida auditiva.
Algunos de los casos más frecuentes en los que se suele dar este tipo de alteración es en personas que sufren de presión el oído en viajes de avión (pilotos, azafatas o viajeros en general), prácticas de buceo o ascenso y descenso de alturas, suponiendo un profundo cambio en el tratamiento de su sintomatología. Las patologías más típicas tratadas con esta técnica son, por un lado, en adultos, la otitis media secretora crónica, la otitis media adhesiva leve-moderada, fracaso de timpanoplastia o barotrauma (aviación y buceo); y, por otro, en pediatría (mayores de 4 años), sería la otitis media crónica tras la colocación en dos ocasiones de drenajes transtimpánicos.
Esta técnica endoscópica mediante balón permite llegar a la zona dañada a través de una sonda introducida por la nariz. “El objetivo es restablecer el buen funcionamiento tubárico consiguiendo mejorar la ventilación del oído, eliminar la sensación de taponamiento y la presencia de moco en el oído medio. De este modo, se detienen o eliminan las infecciones, el dolor por aumento de presión, el daño a la cadena de huesecillos o la pérdida de audición”, señala el doctor Ruiz Veguilla.
El otorrinolaringólogo Ruiz Veguilla asegura que este procedimiento es “mínimamente invasivo y seguro”. “Se realiza con anestesia general, pero es una intervención ambulatoria, por lo que el paciente recibe el alta el mismo día, pudiéndose incorporarse a sus actividades habituales con total normalidad”, añade.