La mayoría de los devotos que ha acudido a la primera misa, celebrada a las 9,30 horas, tras el cierre de las iglesias durante la pandemia lo han hecho provistos de mascarillas. "Casi todos se han dirigido al dispensador de gel hidroalcohólico colocado a la entrada, no ha hecho falta recordarles su uso y han seguido el itinerario", según ha señalado un voluntario de la hermandad.
Siguiendo las disposiciones del Gobierno y el decreto del arzobispo, Juan José Asenjo, los fieles han permanecido sentados en los lugares específicamente señalados en los bancos y no se ha permitido el acceso al interior una vez que han sido ocupados en su totalidad. Así, mientras más de medio centenar de fieles ha asistido a la eucaristía (para la comunión se han señalizado los pasillos de acceso) una decena de personas ha aguardado en el exterior y ha mantenido las distancias de seguridad que establece la normativa.
En esta primera fase, "el camarín del Señor estará cerrado (la imagen del Gran Poder está en el presbiterio) y, a diario, se desinfectará con ozono la Basílica y sus dependencias para garantizar la asepsia y la seguridad de los fieles, visitantes y empleados", informa la hermandad en un comunicado en su web.
De igual manera, en la Basílica de la Macarena se han llevado a cabo pautas similares y, al igual que en San Lorenzo, el portalón principal del templo ha permanecido abierto para, por un lado, facilitar el tránsito de fieles guardando la distancia interpersonal y "sin tener que tocar pomos ni picaportes" y, por otro, para que la Virgen de la Esperanza "pueda ser vista desde la calle sin necesidad de acceder a la iglesia", señala la corporación de la Madrugá en su página web. Además, las visitas al camarín de la Virgen han sido suspendidas por el momento debido a lo reducido de este espacio y tanto el Tesoro-museo como la Casa de Hermandad permanecerán cerrados.