El cuadro fue pintado por el pintor jiennense Sebastián Martínez a entre los años 1655 y 1660 para el convento cordobés de monjas dominicas del Corpus Christi. En ese convento aparecía dentro del inventario hecho por un historiador cordobés en el año 1992. Pero unos años más tarde fue clausurado y las monjas se lo vendieron, ya entonces de forma irregular, a un anticuario cordobés. Desde entonces ha pasado por diferentes dueños. Una denuncia particular alertó a la Policía que localizó el cuadro cuando iba a ser subastado con un precio de salida de 120.000 euros. Ahora es la fiscalía cordobesa la que tiene que investigar a quién pertenece el cuadro y qué delitos se han cometido con sus ventas. La dificultad estriba en que los conventos están directamente bajo la jurisdicción de Roma, no de la Iglesia española, y sus bienes no suelen estar inventariados. De momento permanecerá en el Museo de Bellas Artes donde ha sido recibido por la consejera de Cultura, Patricia del Pozo.