En la capilla de San Severo de Nápoles se encuentran dos cuerpos, el de un hombre y el de una mujer, perfectamente petrificados. Las arterias son visibles y en el caso de la mujer destaca el gran tamaño de su corazón y sus ojos vidriosos. En el caso del hombre, se puede observar claramente sus testículos.
Luis Tobajas nos lleva hasta ahí en su Desafío Viajero para intentar averiguar si fueron ciertos los rumores de que, en el siglo XVIII, cuando Raimondo di Sangro, príncipe de Sansevero, realizó torturas y rituales de alquimia a estos cuerpos para estudiar vísceras, venas y arterias. Se les denomina “máquinas anatómicas”.
Aún hoy todavía no se ha podido explicar cómo fue posible realizar estas “máquinas anatómicas”. Hay alguna hipótesis que habla de embalsamamiento o de que se les inyectó una sustancia extraña que bombeó el corazón, para seto deberían haber estado vivos. Hay también quien dice que Raimondo experimentaba para reconstruir seres vivos a través de sus cenizas y que así resucitasen.