A las entradas de muchos pueblos de Aragón e incluso en mitad de una llanura, junto a un camino, se pueden ver unas columnas realizadas en piedra o ladrillo, de diferentes formas, con santos o sin ellos, con una cruz o simplemente con un símbolo. Son los peirones y como explica Carlos Díaz, de Viajar por Aragón, se trata de elementos que, aunque se extendieron en la Edad Media, hay algunos de época romana e incluso anteriores.
Estos peirones, como indica Díaz, tenían el objetivo de marcar el camino o de mostrar que se estaba cerca del destino. Eran las señales de los momentos, en aquellos tiempos en los que el conocimiento eclesiástico era mayor, se sabía que, si en el peirón aparecía San Mateo, quería decir que tal municipio era el próximo y si era San Antonio, sería otro.
En Aragón hay más de 300 catalogados y muchos de ellos están en la Lista Roja de Patrimonio ya que son muchos y cuesta mantenerlos restaurados. Muchos de ellos se han ido perdiendo a lo largo de la historia, pero los que quedan, son una gran muestra de la variedad que se podían encontrar.
Desde Viajar por Aragón, Carlos cuenta cómo la mayoría están en las provincias de Zaragoza y Teruel donde hay más llanura y donde era más fácil salirse del camino y perderse. También los hay en la provincia oscense, pero son menos. El significado de los peirones, además de cruce de caminos viene marcado por la tradición y la superstición.
- Peirón como protección contra el mal y los malos augurios: el santo que tiene en lo alto bendice la zona y al caminante o caballero que ha de parar y rezar.
- Peirón como guía espiritual: era descanso espiritual para los peregrinos, como los que se encuentran a lo largo del Camino de Santiago.
- Peirón de los ajusticiados: ubicados en las zonas en las que se ajusticiaban a quienes habían cometido un delito y su misión era la de retener a las almas de los condenados para que no entraran en el municipio.
- Peirones que giraban: en noches especiales como la de San Juan, se decía que los peirones comenzaban a girar. Si te encontrabas con uno de ellos y lo tocabas mientras giraba, quedabas maldecido. Si solo te parabas a mirarlo, era símbolo de buena fortuna.