El fútbol, como la vida, precisa muchas veces de una valentía que algunos asemejan a la locura. En este caso deportiva. El Real Zaragoza asumía la necesidad de despedir a Miguel Ángel Ramírez y, por tanto, encontrar a un entrenador que quisiera hacerse cargo de un equipo en franca decadencia, con una victoria en los últimos diez encuentros, y que tiene la zona roja de descenso a un único punto. El elegido para dirigir al equipo a ese primordial objetivo de la salvación es Gabi Fernández, plan A de la propiedad, y que no dudó en espantar los miedos y decir "sí" al equipo que también le vio llevar el brazalete como jugador.
Gabi procede del filial del Getafe, con quien realizaba una buena temporada ya que tenía a los azulones instalados en puestos de ascenso a Primera Federación. Su principal hándicap es la inexperiencia, siempre hablando como técnico, en este tipo de situaciones, ya que apenas encadena unas temporadas desde que diera el paso del césped a la banda. Su fortaleza, conocer la casa como nadie, haber vivido ya momentos difíciles con el Real Zaragoza y su hambre de asumir retos que le hagan crecer como entrenador. Mayor reto que este, desde luego, no ha podido encontrar.
El ex mediocentro zaragocista se encuentra una plantilla a priori diseñada para luchar por cotas más altas, pero que encadena seis encuentros sin conocer el triunfo, dos goleadas consecutivas encajadas ante Eldense y Almería, y un único punto de diferencia entre la salvación, que ahora mismo ocupa, y el descenso, con el Eldense precisamente apretando el acelerador por detrás.
Gabi Fernández tiene ahora once jornadas por delante, ya que de momento ha firmado hasta final de temporada, para afrontar un reto mayúsculo del que quiere salir a hombros, como ya hiciera en el Ciutat de Valencia vistiendo la camiseta zaragocista después de sellar un doblete que daba la permanencia, eso sí, en Primera División.