El autismo no presenta características físicas ni rasgos faciales que les diferencien de una persona sin discapacidad. Este es, a juicio de Esther, madre de Miranda, una niña autista de doce años, una de las razones por las que pueden darse situaciones desagradables que, sin llegar a la gravedad de lo ocurrido en el Parque Warner, sufren habitualmente.
Es frecuente que niños como Miranda presenten esterotipias motoras (movimientos o voces repetitivas no funcionales), ante las que son objeto de miradas y expresiones de rechazo. Cree que el problema pasa por la falta de información de muchas personas a las que no se enseñó a convivir con la diversidad, como se hace ahora en la escuela.
Esther recuerda que durante el confinamiento su hija, como la mayoría de personas con trastorno del espectro autista, llevó muy mal pasar tantos días sin salir de casa. Cuando se dio unos pases que les permitió salir a la calle, escuchó todo tipo de insultos e improperiospor parte de los que llama 'policías de balcón'.