Hace más de dos décadas que comenzó el proyecto para que llegara a Zaragoza agua de calidad procedente del Pirineo, concretamente de Yesa, utilizando La Loteta como embalse intermedio antes de llegar a los depósitos de Zaragoza. Aunque con algunos años de retraso, la idea inicial se fue materializando en una realidad que ha permitido que en los últimos doce años el agua de Zaragoza haya pasado de ser de las de peor calidad de España a una de las mejores.
El jefe del servicio de Infraestructuras del Ayuntamiento de Zaragoza, Jesús Jiménez, ha explicado que Zaragoza consume un 65% de agua de boca procedente de Yesa a lo largo del año. El origen del agua es el factor que determina en mayor medida su calidad, y no tanto la calidad de las tuberías, a pesar de la falsa creencia de que las más antiguas (fibrocemento y fundición gris) aportan sustancias que le dan mal sabor. En relación con la calidad de las conducciones sí se pone un gran empeño en mejorar la red, de unos 1300 kilómetros, para evitar fugas, de los que el pasado año se renovaron algo más de 5 kilómetros.
Pero, ¿cuál es el ciclo del agua hasta que sale por el grifo? Jiménez ha detallado que cuando el agua llega a la potabilizadora de Casablanca pasa distintos procesos. Se empieza por eliminar los sólidos gruesos que arrastra el caudal, se añade cloro, se añade sulfato de alubima para concentrar las materias que se quiere extraer el agua mediante la coagulación y la floculación, y se pasa a unos decantadores para que las partículas más densas queden en el fondo; después, se filtra en unos depósitos con carbón activo que retienen en unas pequeñas esponjas aquellas partículas que no se han podido extraer con anterioridad; posteriormente, se vuelve a clorar y, finalmente, se bombea al depósito desde el que se distribuye a los demás depósitos de la Ciudad.