Los accidentes de tráfico han pasado de causar el 31% de los fallecimientos de jóvenes en 1989 a suponer el 17% en 2019, un dato tremendamente alentador porque se traduce en un cálculo de 35.000 vidas salvadas. Pero, a pesar de ese descenso de la mortalidad, el tramo de 18 a 29 años es el que registra un mayor índice de siniestralidad.
Según la Fundación Línea Directa, los automovilistas más jóvenes son los que más incurren en infracciones como exceso de velocidad, uso del móvil al volante o consumo de alcohol. En cuanto a las circunstancias más comunes en las que se dan los accidentes, el 30% se produce por no respetar la distancia de seguridad; el 61% ocurre en el vía urbana y en el 70% de los casos el conductor es un varón de entre 25 y 29 años.
El director de comunicación de la Fundación Línea Directa, Santiago Velázquez, señala que es habitual que el vehículo siniestrado tenga bastantes años de antigüedad; esto responde a que, tras obtener el carné, heredan un viejo coche familiar o se opta por comprar un vehículo usado que salga económico. Velázquez comprende que no todo el mundo puede permitirse un coche nuevo, pero advierte del contrasentido que es poner en manos de conductores sin experiencia, vehículos de estas características.