Sergio lleva doce años sin probar el alcohol. Superó sus problemas con la bebida gracias a Alcohólicos Anónimos. En esta asociación, donde actualmente es responsable de información pública, encontró el apoyo de otros alcohólicos rehabilitados que se convirtieron en su principal motivación para mantenerse sobrio.
No es posible definir un perfil medio de las personas que acaban recurriendo a la ayuda de Alcohólicos Anónimos. Según Sergio, el alcohol no entiende raza, género, clase social o edad. De hecho, subraya que hay personas que llegan muy jóvenes a solicitar ayuda para solucionar un problema de alcoholismo.
La mayoría de los casos tratados en Alcohólicos Anónimos son de personas que eran bebedores sociales que, en algún momento, traspasaron la delgada línea que separa al bebedor social del bebedor problemático. El gran reto es aprender a vivir ignorando el alcohol: dejar de quedar en bares, evitar los pasillos de bebidas en los supermercados y apoyarse en la familia, el trabajo y los propios compañeros de asociación, que se acaban siendo los mejores cómplices para vencer a la tentación.