Aragón cierra la campaña de incendios forestales con el menor número de siniestros y de hectáreas quemadas de los últimos veinte años. Este verano ha sido el más cálido desde 1961, pero las abundantes lluvias de finales de mayo y junio hicieron que los combustibles vivos tuvieran unas condiciones de humedad muy favorables. Gracias a eso, de los 97 incendios que se registraron de junio a septiembre, 87 se quedaron en conatos. En total, se quemaron 38 hectáreas, lo que equivale a solo el 1% de la superficie media quemada en los años previos.
En el conjunto del año, de enero a septiembre, Aragón ha sufrido 333 incendios, de los que el 78% fueron conatos. El fuego ha calcinado 1.469 hectáreas, muy por debajo de la media de años anteriores, con solo tres incendios importantes, en San Agustín, Mequinenza y Sos del Rey Católico.
En cuanto a las causas de los incendios, respecto a 2022 han disminuido los producidos por accidentes y negligencias, aunque todavía suponen el 47,1% de todos los registrados. En cambio, han aumentado los incendios intencionados: son el 22,5%, frente al 15,8% de la media histórica.
De cara al otoño, la directora general de Gestión Forestal, Ana Oliván, ha explicado que el riesgo es bajo, pero hay que mantener la prudencia. "Ahora mismo, el índice de alerta está en valores verdes o amarillos, porque hay temperaturas muy altas pero también influyen otros factores, como la humedad, las precipitaciones, el viento o la nubosidad. En cualquier caso, debemos ser especialmente cuidadosos, porque al calor se une que no está lloviendo en muchas zonas", ha señalado.