La “toxina botulínica” se utiliza más allá que para estética. Actualmente, entre otros usos, para tratar la espasticidad en personas que han tenido un ictus. Precisamente el grupo iHealthy del Instituto de Investigación Sanitaria Aragón está trabajando en un proyecto a través del que se intenta analizar si la punción seca podría ser una alternativa a este tratamiento.
El investigador principal de este grupo, Pablo Herrero, explica que sería una alternativa no farmacológica por lo que evitaría algunos efectos secundarios que tiene la utilización de la infiltración de toxina botulínica como los que se producen a nivel muscular. Este proyecto se denomina Stroke-Poc y acaba de recibir 755.000 euros de financiación para los años 2023-2025
Herrero cuenta cómo la espasticidad es una de las secuelas más importantes que padecen quienes han sufrido un ictus. Esto limita el movimiento y la hay de diferentes grados. Ahora se está comenzando con los estudios de la punción seca, pero en la hipótesis figura la posibilidad de que se pudiera aplicar en las sesiones de fisioterapia. Otro de los pasos sería estudiar si a igual periodo de tratamiento esta alternativa podría ser factible.