En Aragón, durante la peor parte de la pandemia, varias empresas de distintos sectores se lanzaron a producir mascarillas, respondiendo al llamamiento del Gobierno, para paliar la escasez de estos elementos de protección entre los sanitarios. Pese a los esfuerzos de inversión realizados, ahora, prácticamente han parado su producción por falta de demanda.
Es el caso de Arpa Equipos Móviles. Tras donar 40.000 mascarillas fabricadas con sábanas, y ante la imposibilidad de traer tapabocas de Asia, Arpa invirtió cerca de 700.000 euros para fabricarlas en Zaragoza y recibió una subvención de unos 400.000 euros.
Sin embargo, la administración ha optado por comprar mascarillas más baratas procedentes de China y mantienen parada la producción de FFP2 y FFP3.
Clara Arpa, responsable de la compañía, señala que “lógicamente no puedes comprar en España a precios de Asia. Queremos tener planes de igualdad, derechos sociales o reducción huella carbono, pero luego compramos en países donde esas cosas no se tienen en consideración”.
Aunque su rentabilidad no depende de las mascarillas, lamentan que el Gobierno ha dejado pasar la oportunidad de resolver el problema de la deslocalización de fabricación de los EPIs.