En enero de 2021 nos despertábamos con un paisaje blanco, la nieve como hacía mucho tiempo que no se había visto en grandes ciudades o en pueblos de la ribera. Hay quienes fueron a trabajar en esquíes, las batallas de bolas de nieve y los ángeles se turnaban en los parques y, después de muchos meses de tristeza generalizada por las restricciones del Covid, la gente sonreía. La causante de todo esto fue Filomena, que llegó como regalo de Reyes.
Miguel Ángel Saz, secretario del Instituto Universitario de Investigación de Ciencias Ambientales de Aragón, explica que aquello fue un fenómeno extraordinario, pero que debería ser lo habitual en estas fechas aunque cada vez el clima es menos predecible y menos estable.
Las olas de frío y de calor van a ser cada vez más habituales, pero la atmósfera se reequilibra y reajusta y hemos de toma ciertas medidas de adaptación a las nuevas situación. Algunas de las que apunta Saz son las de estudiar una planificación urbana para que se mitiguen las altas temperaturas en invierno, optimizar el agua, etc. Soluciones que no son simples, pero que hay que adoptar.