Como todos los últimos fines de semana de octubre, se tuvo que retrasar el reloj una hora para adaptarnos al horario de invierno. A las 3:00 de la madrugada del sábado al domingo, fueron las 2:000. Y el domingo fue un día de retrasar todos los relojes, a excepción de los que ya se cambian solos. Pero ¿qué sucede con los relojes que están en los campanarios de las iglesias?
Alfredo Pallás es relojero y el gerente de Relojes Pallás y lleva el mantenimiento de muchos relojes de torres de iglesias en pequeños municipios de Aragón. Explica cómo ahora el 90% de los mecanismos de estos relojes son mecánicos y se programan para que hagan solos el cambio de hora, pero todavía hay algunos que no lo son y, en ese caso, hay una persona encargada del reloj, que el domingo de cambio de hora ha de subir a la torre para mover las saetas.
En los últimos años los sistemas de relojería de los campanarios han cambiado mucho, pero, como indica Pallás, todavía se mantiene la importancia que tienen para los vecinos, sobre todo para los más mayores. Siguen guiando la jornada con el toque de la campana que marca la hora e incluso “cuando algún reloj se ha estropeado, cuando hemos llegado a arreglarlo, hay alguna persona que nos ha dicho que no podían dormir porque no sabían la hora”, explica Alfredo Pallás.
Relojes Pallas es una empresa familiar en Lascellas, en la comarca del Somontano y Alfredo pertenece a la segunda generación de relojeros