Fue un 31 de enero de 2020, a las 22:00, cuando el Ministerio de Sanidad confirmó el primer caso de SARS-CoV-2 registrado en España en la isla canaria de La Gomera. Con el tiempo, se concluyó que fue el 17 de noviembre de 2019 cuando se registró el primer caso en el mundo de Covid-19, fue en la localidad china de Hubei.
La Organización Mundial de la Salud declaró emergencia de salud pública de importancia internacional el 30 de enero de 2020 y así se mantuvo hasta mayo de 2023. En este tiempo hemos vivido muchas primeras veces, entre ellas, un confinamiento, obligatoriedad de mascarillas o distanciamiento social. El investigador en Epidemiología Veterinaria, profesor de Patología Animal de la Universidad de Zaragoza, Ignacio de Blas, recuerda cómo, con sus alumnos, fueron estudiando la evolución a tiempo real de este coronavirus hasta que llegó el confinamiento.
Al comienzo de 2020, el investigador de la Universidad de Zaragoza asegura que había muchas dudas porque ya había precedentes de alertas sanitarias de este estilo que, normalmente, surgían del sudeste asiático como en 2004 que ya se hablaba del SARs y en 2014 del MERs. A todo el mundo le cogió por sorpresa por la amplitud de difusión y las medidas que tuvieron que tomarse.
Avances y retrocesos
La llegada del Covid supuso un gran avance en los sistemas y metodologías diagnósticas. Ignacio de Blas habla, por ejemplo de la mejora en los diagnósticos rápidos que han facilitado que en la actualidad se puedan realizar diferenciando entre 5 y más patógenos. Se adelantó mucho en esta área, tanto que se iba adaptando en función de las diferentes variantes que surgían.
El avance en la investigación fue un gran avance, como también lo fue en cultura sanitaria por parte de la población, aunque, en opinión del epidemiólogo, no lo suficiente. Un ejemplo está cuando con el brote de Gripe A que ha tenido lugar este invierno, todavía había debate sobre la necesidad de que los sanitarios y las personas que tuvieran síntomas llevaran o no mascarilla.
Un paso atrás supuso también la polémica que surgió con las vacunas. Se puso en duda el desarrollo rápido que tuvieron y esto ha generado que un país que era provacunas como España, haya surgido una corriente antivacunas que ha provocado que se haya ido abandonando la vacunación de otras enfermedades como, por ejemplo, el sarampión.
A pesar de estos paso atrás, Ignacio de Blas afirma que se ha ganado en la conciencia de que hay enfermedades que pueden complicarnos la vida en un futuro y es la investigación la que puede paliar la aparición de estas enfermedades. Se ha avanzado en protocolos de tratamientos y vacunas que van modificándose para conseguir minimizar el problema.
Todo esto con tecnología que, de no haber aparecido el Covid-19, habría tardado mucho en salir como puede ser la secuenciación genética. El investigador hace incidencia en que ahora son muchas las comunidades que tienen este servicio y que se utiliza para muchas otras enfermedades, lo que se está amortizando.