Le ceden el asiento en el autobús, le dejan pasar por las filas preferentes en el supermercado y le preguntan si lleva niño o niña. Detrás de esas anécdotas, Susana asegura que el enorme abultamiento provocado por la distensión abdominal que sufrió durante el parto ha convertido su vida en una pesadilla.
En su día a día, su problema afecta a gestos tan sencillos como levantarse, ponerse unos calcetines, ducharse o mantener relaciones sexuales. Cuenta que su pareja la abandonó por su aspecto físico, perdió su negocio de hostelería, nadie le da trabajo y tuvo que vender el coche y el piso para subsistir.
Tras diez años, la dolencia que origina el abultamiento ha empeorado hasta el punto de que es posible que la operación que requiere ya no se pueda hacer. El abogado de la Asociación Defensor del Paciente, Ricardo Agoiz, ha solicitado una indemnización de 116.957 euros al Salud, 31, 61 por cada día que lleva en esta situación.