Fue en 1888 cuando las mujeres pudieron acceder a estudios universitarios, pero podían hacerlo de forma privada y siempre y cuando tuvieran un permiso especial del Consejo de Ministros. Nos e podían juntar con el resto de alumnos, se sentaban cerca del profesor y, además de no salir del aula hasta que se habían ido todos los hombres, tenían que ser escoltadas hasta la siguiente clase. Seguro que conocen el caso de Concepción Arenal que hasta se vestía de hombre para poder ir a clase.
Un 8 de marzo de 1910, el Ministerio de Instrucción Pública, permitía que las mujeres pudieran matricularse en “todos los establecimientos docentes”. Muchas mujeres lo hicieron posible, pero este logro no significó que el camino fuera de rosas. En la Universidad de Zaragoza también hubo pioneras.
María García Soria, coordinadora de la exposición “Pioneras Ilustradas” que se puede ver en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza, explica cómo escogían los estudios con los que las mujeres tenían más afinidad, sobre todo por haberlos visto en su casa: abogacía, ciencias, medicina…. Estas mujeres consiguieron romper barreras no sólo al acceder a la Universidad sino también al ser referentes en los ámbitos en los que ejercieron.
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- Proyecto Pioneras de la Universidad de Zaragoza