Para el mando de bomberos Enrique Mur no ha sido la primera vez. Ya sabía lo que es trabajar en una catástrofe internacional en países como Haití o Filipinas. Para la sanitaria Marta Gasca, sin embargo, Turquía sí ha sido su primera intervención en un operativo de salvamento en un escenario asolado. La dimensión de la tragedia supone un impacto en un primer momento, pero ante el duro trabajo que se hay por delante no hay lugar para pensar en otra cosa ni tener miedo.
Mur ha explicado que las complicaciones no empiezan en el lugar de la catástrofe, sino con el propio viaje: dos vuelos y muchas horas de carretera desde Estambul. Nada más empezar a trabajar rescataron a una mujer de 60 años, Zarife, que ya presentaba signos de hipotermia y deshidratación. Mur asegura que fue todo muy casual. Un bombero turco les pidió ayuda para sacar un indicio marcado por un perro en una vivienda. Al llegar, escucharon voces y pudieron poner el rescate en marcha.
Ambos han contado que su labor en estas misiones no consiste sólo en buscar personas a las que rescatar. Los perros se dedican a descartar escenarios donde pueda haber supervivientes, mientras las sanitarias se han dedicado tanto a ayudar a los heridos, como a ir haciendo curas a los perros, que se hacen numerosas heridas corriendo entre los escombros.