El que los hijos tengan una autoestima sana, que sean fuertes y que, dependiendo de su personalidad, desarrollen herramientas con las que afrontar los retos que se les planteen es el deseo de prácticamente todos los padres. Pero no siempre es fácil saber cómo afrontar los miedos que se les presentan, sobre todo en edades muy tempranas.
El profesor universitario Antonio Gervás, explica que la primera manera de saber cómo actuar ante estas situaciones es tener la información adecuada porque en muchas ocasiones los padres actúan por instinto y a veces se acierta, pero otras no. Gervás incide en que hay miedos que son propios de la edad y en cada etapa se va pasando por diferentes fases.
El problema aparece cuando esos miedos no desaparecen con la edad, sino que se quedan anclados en la personalidad de los niños y les penaliza. En estos casos, como indica Antonio Gervás, es necesaria la ayuda de un especialista. Pero cuando un niño acude a un adulto con alguno de sus miedos, lo primero es atenderle, no mirar a otro lado ni disminuir ese miedo. Lo siguiente tiene que ser abrazar al niño para disminuir su estrés.
Si en una de estas situaciones el niño percibe que contándolo se siente mejor, él mismo acudirá al padre o la madre para contarle otros problemas o miedos. Una vez que se ha reconfortado, llega la fase de fortalecer, empujar al miedo, ayudarles a que se enfrenten a el poco a poco para que él avance y el miedo retroceda.
Además de escuchar al niño, Antonio Gervás también hace hincapié en que es muy importante conocer muy bien al hijo y según la personalidad que tenga, es posible que salgan unos u otros miedos.