La restauración ha corrido a cargo de los expertos de la Fundación Santa María de Albarracín, en base al convenio con la Fundación Térvalis, por un importe de 40.000 euros.
El estado de conservación de esta fuente era muy deficitario, tanto estética como estructuralmente, no solo por el paso del tiempo sino también por las múltiples intervenciones llevadas a cabo en su entorno durante el siglo XX.
En una primera fase se eliminaron los morteros de cemento que empastaban el frontis de la fuente. Se limpió todo el material original para dejar preparados todos los huecos de cara a la reposición de los nuevos sillares de caliza. Se eliminó el disonante cajeado trasero, que ocultaba los restos del banco original que debió tener bajo la barandilla de remate, y además se realizó una nueva instalación de agua compensada para que todos los caños emanen por igual.
Respeto por los materiales originales
Los trabajos llevados a cabo para finalizar la intervención han tratado los materiales originales con el mayor respeto, priorizando su conservación ante cualquier tipo de actuación. Se han instalado unos veinte bloques de piedra en las lagunas que se originaron por el hormigonado anterior al colocar la antigua instalación. Estos sillares se han tenido que trabajar manualmente, cosiéndolos con fibra de vidrio y fijándolos con morteros de cal.
Posteriormente se ha efectuado una reintegración cromática con pintura a base de silicatos, con el objeto de asemejar a los colores originales. Se han vuelto a reinstalar los doce caños con forma de cara monstruosa de bronce fundido y también se ha trabajado en la mejora de la parte trasera de la fuente, correspondiente a un antiguo banco de piedra totalmente deteriorado, cuyos restos aparecieron en el borde curvo de la carretera.