Un pequeño pueblo. Años 50. Un hombre aparece asesinado. Su hermana desaparece. Dos años y medio después asesinan a otra persona. Los rumores surgen, también las acusaciones y el miedo. Tres personas son acusadas: un sobrino, un hermano y un cuñado del primer hombre asesinado. Son juzgados y declarados inocentes.
Cuando regresan al pueblo, todos los vecinos se amotinan y apedrean a los recién llegados, obligándoles al destierro. Parece ficción, pero es lo que sucedió en Maella en la década de los 50.
Ahí estuvo Javier Pardo, un niño que ahora, en su jubilación, ha escrito “El año de la desgracia”. Una novela documentada con archivos de la Audiencia y del propio ayuntamiento que, tras estudiarlos, se llega a la conclusión de que, efectivamente, los acusados no podían ser los culpables.