Desde la Unión Europea se ha recomendado tener un “kit de supervivencia” en todas las casas por posibles situaciones de catástrofes naturales, conflictos armados o ciberataques. Un kit que ha de tener básicos como agua potable, alimentos no perecederos, medicinas y material de calefacción, además de linternas, velas, pilas de repuesto, cocinas portátiles y botiquines de primeros auxilios.
Desde hace unos años se han sumado cada vez más adeptos al movimiento de los preparacionistas o prepper. Son personas que deciden prepararse por si sucede algo, independientemente de lo que sea y de cuándo pueda ser. Chus Montañés, de la empresa aragonesa Locura de Vida, explica que lo primero es pararse a pensar cuáles van a ser las necesidades dependiendo de dónde se vive, de la situación y de la familia.
Y es que las necesidades son diferentes, por ejemplo, si en la familia hay un bebé o una persona enferma que necesita medicación o que no puede desplazarse a la velocidad del resto. Por eso, la primera recomendación desde Locura de Vida es “pensar primero antes de actuar a lo loco”, la segunda es pensar en lo que vamos a necesitar y priorizarlo y la tercera, que todo lo que se incluya en la mochila, se sepa utilizar.
En principio se habla de preparar una mochila para 72 horas, éste es el tiempo estimado que está calculado que se va a tardar en encontrar ayuda, como explica Montañés, según la situación puede ser menos o incluso más tiempo. Pero la media son tres días, depende del lugar donde se viva, la velocidad a la que se pueda desplazar y los elementos a los que han de enfrentar.
Como dice Chus Montañés, el objetivo de este “kit de emergencias” es que ha de servir para sobrevivir hasta que encontremos ayuda o, simplemente, aguantar a que pase una situación como pudo ser la Filomena. También hay quien se prepara ante una catástrofe mayor y que tiene los conocimientos suficientes como para aislarse de todo el mundo.