En 2021, el SPEIS realizó en torno a 60 intervenciones por fuegos originados en chimeneas, desde pequeños incendios hasta grandes como el que calcinó 6 apartamentos en Campo. Las chimeneas son un elemento fundamental en muchas viviendas del medio rural, y, en algunos casos, origen de sucesos durante el invierno. Con la llegada del frío su uso se intensifica, y más en un año como el actual: el encarecimiento de materias primas, sobre todo carburantes, hace prever un mayor uso de estas fuentes de calor en detrimento de las calefacciones de gas o eléctricas. Para aumentar la seguridad y evitar los incendios derivados de un deficiente mantenimiento de las mismas, el SPEIS hace un llamamiento a los propietarios de viviendas que cuentan con chimeneas para revisarlas y ponerlas a punto.
“El objetivo es mejorar la seguridad de la población y reducir el riesgo de estos fuegos”, explica Óscar Aguarta, Jefe del SPEIS. Una probabilidad que, apunta, “crece como en todos los sistemas productores de calor: si no se mantienen, utilizan y aíslan correctamente” y recuerda que cada año se provocan numerosos fuegos que podrían evitarse siguiendo una serie de sencillos pasos, centrados en el mantenimiento y uso adecuado.
En cuanto al mantenimiento periódico, es fundamental limpiar las paredes del conducto de escape o tiro de la chimenea, pues allí se depositan los aerosoles que destila la madera al arder. Al acumularse crean una costra que, si adquiere cierto grosor, se puede poner incandescente y arder. Es importante así mismo deshollinarla cada año si se utiliza a diario durante la época de frío. Si el uso es ocasional, se recomienda realizar esta limpieza cada dos o tres años.
En cuanto al uso adecuado, el SPEIS recuerda que debe evitarse la sobrecarga de leña, pues una emisión de calor excesivo aumenta el riesgo de generar un foco de ignición en algún punto del tiro. El roble, encina o haya, maderas secas y duras, generan menos costra alquitranada y tienen mayor poder calorífico que maderas húmedas o blandas, como pino y el chopo.
Es importante crear una zona de seguridad junto a la chimenea, evitando colocar material combustible como muebles o ropa húmeda a menos de dos metros del fuego, así como mantener una ventilación constante de la estancia, pues la combustión consume oxígeno y el nivel de monóxido de carbono puede aumentar peligrosamente. Finalmente, es fundamental asegurarse de haber apagado por completo el fuego.