Poco tienen que ver los coches de Fórmula 1 actuales con el Lyncar que pilotó en los 70 Emilio de Villota. No contaban con ayudas electrónicas. Ni siquiera tenían dirección asistida. No sólo los monoplazas, también la competición era completamente distinta. No estaba rodeada del glamour y la espectacularidad que acompaña el día a día de los pilotos y, desde luego, no había tanta seguridad, afirma Emilio de Villota.
Este pionero del automovilismo español, se hizo con su Lyncar como quien compra un vehículo 'de ocasión'. Supo que el piloto neozelandés John Nicholson, ponía a la venta el coche con el que había competido, algo que no era habitual. Acudieron a la granja en la que guardaban el coche por piezas y, tras probarlo días más tarde en el circuito de Silverstone, se cerró la compra.
Durante años, este coche ha permanecido en el Museo de Cera, primero acompañando la figura del propio De Villota y, más tarde las de Carlos Sáinz y Fernando Alonso. Finalmente, el expiloto decidió recuperar su vehículo y restaurarlo. Asegura que el aparato estaría en perfectas condiciones de rodar sobre el asfalto y sacar todo el rendimiento a sus más de 400 caballos.