La cuenca del Ebro sufre periodos de sequía cada 6 años, y según los informes relativos al cambio climático, la disponibilidad de agua se habrá reducido un 20% en 2100, en el escenario más optimista. Los planes especiales de la sequía y el futuro plan de cuenca tendrán en cuenta esta reducción del agua disponible.
Desde la CHE abogan por adaptarse, mejorando las redes de abastecimiento de los municipios para evitar pérdidas, y avanzando sobre todo en la modernización del sector agrícola, ya que el 40% de la superficie todavía se riega a manta. Es decir, inundando el terreno.
A nivel político, los territorios y partidos han reivindicado la interconexión de cuencas para paliar los efectos de la sequía o aumentar la regulación. En ese sentido, el presidente de la Confederación, Carlos Arrazola, recuerda que construir nuevos embalses tiene un alto coste económico, ambiental y social. Cree que en el caso del Ebro hay que postergar el debate porque hay cuatro proyectos actualmente en marcha que aumentarán la capacidad de almacenar agua. “Lo que tenemos en marcha es un aumento de la regulación del 53 al 59%, es un salto importante. Más adelante podremos reflexionar sobre esto, pero ahora ese debate no se plantea”, ha dicho durante la presentación del informe de la sequía de 2023.
Ese año el 85% de la cuenca sufrió sequía prolongada y el 45% se situó en emergencia por escasez. No se producía una de tanta intensidad desde los años 90. Garantizar los caudales ecológicos ha sido uno de los principales retos, especialmente en el Delta del Ebro en Tortosa.
Proyectos de regulación
En concreto, en estos momentos se están impulsando las balsas de Almudévar, el embalse de Mularroya y los recrecimientos de Santolea y Yesa. Los dos primeros están terminados a falta de algunos detalles y la previsión es que las obras se entreguen en 2025.
Por su parte, el recrecimiento de Santolea ya está aportando este verano apoyo a la cuenca del Guadalope, en fase de pruebas. En cambio, el recrecimiento de Yesa lleva más retraso administrativo y técnico, aunque el cuerpo de la presa está ya al 85% y se intentará que esté listo en 2027, aunque ya podría entrar en el próximo ciclo de planificación. Estas son las cuatro grandes obras contempladas en Aragón por el actual plan hidrológico.
La situación en el Guadalope
El actual plan de sequía contempla medidas extraordinarias para paliar la escasez de agua. Por eso, en Teruel, la CHE está trabajando sobre la posibilidad desviar agua del manantial de Los Fontanales al embalse de Calanda para abastecer a la cuenca del Guadalope, una de las más afectadas por la sequía.
El presidente de la CHE, Carlos Arrazola, reconoce retrasos en esos bombeos debido a la complejidad técnica. “Tenemos que ir con cautela y estando seguros de que no vamos a causar ningún daño que sea irreparable”, ha dicho. “Tiene que tener todas las garantías ambientales”.