Salieron de Ucrania con lo puesto, huyendo de los bombardeos de Rusia, buscando salvar la vida. Dejaron atrás una hogar, una vida, amistades y familia. La responsable de la ONG ACCEM, una de las que trabaja con los refugiados que siguen llegando desde Ucrania, explica que la adaptación no es fácil, sobre todo teniendo en cuenta las circunstancias en las que tuvieron que dejar el país. Un año después, siguen llegando ucranianos a los que hay que buscar un alojamiento y enseñar el idioma, aunque ya no llegan en masa, como ocurrió en las primeras semanas de guerra.
Hace un año, Tereza Polyvka, una violinista ucraniana afincada en Zaragoza, contaba en Más de Uno Zaragoza su preocupación por sus familiares en su país natal. Su prima, acompañada de sus hijos, logró llegar a España. Hoy nos cuenta que la adaptación no es fácil. El idioma siempre es un obstáculo, logró un empleo temporal, pero ahora mismo no trabaja. Su deseo es volver a su país, donde su marido sigue luchando contra los rusos. Consiguen hablar con él cuando es posible, porque la comunicación es complicada y cuando se produce no pueden hablar mucho porque existe riesgo de que los rusos la intercepten y ubiquen su localización.
Las consecuencias más dramáticas de la guerra son las que sufren las víctimas más vulnerables e inocentes: los niños, que ya han muerto por miles desde que Vladimir Putin ordenó la invasión. El presidente de UNICEF-Aragón, José Manuel Pomar, ha recordado que aunque exista la idea de que en Ucrania sólo quedan hombres en edad de combatir porque las mujeres y los niños pudieron huir, aún son cientos de miles de niños los que tratan de sobrevivir entre los bombardeos, y seguir recibiendo educación; pero resulta muy difícil y arriesgado que acudan a centros escolares por el peligro de ser bombardeados.