Norte, guardián de las montañas, como le llamaban llegó hace más de 20 años al refugio de La Renclusa de la mano de sus guardas. Desde entonces ha vivido entre ese refugio y Llanos del Hospital, aunque también hacía sus escapadas a Benasque porque como nos han contado, Norte era "un alma libre". Su estado de salud era muy delicado desde que el pasado invierno sufriera un ictus que le dejó prácticamente sordo y ciego. Además y debido a su avanzada edad, no podía moverse mucho.
Hoy las redes sociales acumulan cientos de mensajes de recuerdo ya que durante este tiempo han sido miles los montañeros a los que ha acompañado, incluso, casi hasta la cima del Aneto. Y siempre junto a la persona más débil del grupo, por eso a Norte "aportaba mucha compañía y seguridad". En la zona le han despedido a través de un acto íntimo aunque se piensa en algún lugar que haga mantener vivo su recuerdo, hay quienes han propuesto colocar una placa en su honor en el valle.