La Facultad de Medicina de la Universidad de Zaragoza recibe unos quince cadáveres al año. Personas que, en vida, expresaron su voluntad de donar su cuerpo a la ciencia. La donación de cadáveres es imprescindible para que estudiantes de medicina, residentes y especialistas realicen prácticas quirúrgicas.
El decano de Medicina, Javier Lanuza, ha explicado que cuando reciben el cuerpo sin vida del donante, éste es embalsamado y refrigerado. Después, el cuerpo se utiliza para docencia durante dos años. Transcurrido este tiempo se incinera, y los restos quedan depositados en un panteón cedido por el Ayuntamiento a la Universidad donde reposan las cenizas de todos los donantes. Antiguamente se colocaba una pequeña placa con el nombre de la persona que había donado su cuerpo a la Universidad, pero a raíz de la Ley de Protección de Datos ya no está permitido y su aportación a la ciencia es anónima.
La aprobación del nuevo reglamento coincide con la desarticulación de una trama en Valencia dedicada a falsificar documentación de fallecidos para la venta de cadáveres a instituciones académicas. El decano de Medicina ha dejado claro que algo así es imposible que pudiera ocurrir en la Universidad de Zaragoza, donde incluso la funeraria encargada de procesar los restos de los donantes lo realiza de forma altruista.