La respuesta es 'NO'. La falta de agua no debe suponer un obstáculo para aspirar a tener una ciudad más verde, pero sí habrá que analizar con mucho cuidado el tipo de vegetación apropiado para estas latitudes. El ecologista y divulgador medio ambiental Paco Iturbe cree que hay que pensar en renunciar a tanto césped, que requiere un riesgo constante, y acudir a especies adaptadas a un clima que en el horizonte del 2050 podría ser desértico en Zaragoza, según los pronósticos más pesimistas.
Iturbe resalta que la sequía hace imprescindible un urbanismo que se apoye en los elementos vegetales; a nivel del suelo, espacios de tierra y vegetación que atenúen el impacto de las altas temperaturas, y dando también relevancia a la plantación de árboles, no sólo por la sombra que procuren, sino también porque los espacios arbolados atraen más a la lluvia.
El diseño de la Plaza Salamero, según Pacto Iturbe, es un ejemplo de lo que no se debe hacer en este escenario climático. La escasez de espacios verdes hará que el calor que desprenda el suelo convierta a la plaza en una estufa que haga muy incómoda la estancia o el paso de las personas. Estos diseños están muy lejos de los refugios climáticos que serán cada vez más necesarios en Zaragoza.