El interés compuesto es una herramienta extraordinaria en el mundo de las finanzas. Marcela Mejía, del despacho de Luis Ignacio Fernández Irigoyen, explica que a diferencia del interés simple, que se calcula sobre el capital original, el interés compuesto se calcula sobre el capital original más los intereses acumulados. Esta capacidad de generar intereses sobre intereses resulta en un crecimiento exponencial de nuestro dinero a lo largo del tiempo.
Uno de los ejemplos que pone Mejía es que si se guardan 100 euros todos los meses, después de un año, se habrá invertido 1.200€. Con una tasa de interés del 5%, la inversión habrá generado aproximadamente 60€ en intereses durante el primer año. Para el segundo año, se continúa invirtiendo 100€ al mes, pero ahora se tendrá un capital inicial de 1.260€. Con la misma tasa de interés del 5%, al final del segundo año, se habrá ganado en torno a 63€ en intereses.
Este proceso continúa año tras año, al invertir regularmente y reinvertir los intereses generados, Marcela Mejía explica que se maximiza el potencial del interés compuesto para hacer crecer el patrimonio con el tiempo. Además de entender cómo funciona el interés compuesto para tomar decisiones financieras informadas, es fundamental aplicarlo de manera efectiva en las finanzas personales.
Una forma común de hacerlo es a través de la inversión en instrumentos financieros que generen rendimientos compuestos, como cuentas de ahorro de alto rendimiento, fondos de inversión o el mercado de valores. Como concluye Mejía, el interés compuesto es una herramienta valiosa, pero requiere paciencia y consistencia para ver resultados significativos a lo largo del tiempo.
