Dolor o presión en el pecho, dolor o molestias que se propagan al hombro, al brazo (casi siempre el izquierdo), a la espalda, al cuello, a la mandíbula, a los dientes o, a veces, a la parte superior del abdomen. Sudor frío. Fatiga. Son síntomas de un infarto. La prevención es esencial para evitar que suceda, pero si sucede, la recuperación es igual de importante.
En Aragón se cuenta con una Unidad de Rehabilitación Cardiaca en la que se hace un seguimiento a los pacientes que han tenido un infarto. José Carlos Turón, presidente de la Asociación de Pacientes de Rehabilitación Cardiaca de Aragón, Re Late, explica que durante dos meses, unas 8 semanas, reciben una formación en la que se le hace un informe detallado de acciones que han de tener en cuenta de por vida y cómo ha de ser ese modo de vida posterior al infarto.
Turón hace incidencia en que, sobre todo, son acciones de autocuidado, tanto en materia nutricional, como de ejercicio físico y bienestar emocional. Este seguimiento lo realiza un equipo multidisciplinar, pero es muy importante que las personas que han sufrido un infarto tomen conciencia de que estos cambios han de ser para siempre porque las patologías cardíacas no duelen y se suele “olvidar” rápidamente los cuidados a tener en cuenta.