Ramón y Cajal fue llamado a filas para realizar el servicio militar obligatorio, y destinado al Ejército Expedicinario de Cuba como médico, explica el coronel-médico e historiador Luis Alfonso Arcarazo. Al incorporarse como soldado, supo que se convocaban plazas para médicos militares. Como cuenta en sus memorias, Ramón y Cajal pensó que sería más útil como médico que como soldado. En la oposición, quedó sexto de cien aspirantes y se incorporó a un regimiento en Lérida para perseguir a Carlistas.
Pero el médico también fue un militar de acción. Estando destinado en Cuba, se encontraba en la enfermería del fuerte en el que servía. Cuando este destacamento fue atacado por insurrectos cubanos, conocidos como los mambises, el jefe de la guarnición le animó a refugiarse, dejando abandonados a su suerte a los heridos. Ramón y Cajal se negó a hacerlo, tomando las armas y poniéndose al mando de los heridos, entre los que repartió fusiles para defender el puesto, impidiendo así que los mambises entraran en el destacamento.
La exposición inaugurada en Capitanía está dividida en dos bloques: uno dedicado a la propia figura del científico, con fotografías y documentos como su hoja de servicios; el otro bloque se dedica a la sanidad militar, con imágenes y material sanitario de la época, la labor de los médicos militares en Cuba y Filipinas, y algunos de los médicos que destacaron en aquellas misiones.