La sequía también va a impactar gravemente a la cosecha de alfalfa, un sector en el que Aragón es una potencia mundial, con una superficie que ronda las 82.000 hectáreas y una producción anual de hasta 800.000 toneladas. Gran parte de esa alfalfa se deshidrata y se vende a Emiratos Árabes, Arabia Saudí o China, como alimentación animal de altísima calidad.
Sin embargo, este año las restricciones de riego podrían mermar la producción. En la empresa Alfalfa Hermanos Márquez, que cultiva esta planta en el valle del Ebro, trata el forraje y exporta hasta un 90%, calculan que puede perderse hasta un 50%. Su portavoz, Raquel Márquez, explica que la escasez de agua afecta, además, a la calidad del producto.
"Normalmente, la alfalfa se riega aproximadamente cada quince días. Ahora, en cambio, el riego se está retrasando incluso hasta cincuenta y cinco o cincuenta y siete días. Eso afecta a la producción, pero también hace que aparezcan plagas, como la del pulgón, que pueden maltratar la planta. Además, el calor y el cierzo de Zaragoza están rompiendo la hoja, que es el núcleo esencial de la alfalfa, y eso afecta a la calidad del producto", explica Márquez.