Siempre me quedará París (I)
Hay fechas en la historia de los clubes que nunca se olvidan, y está claro que en el Real Zaragoza esa es la de la Final de la Recopa, 10 de Mayo de 1995. Día en el que el club blanquillo ganó en Paris. Muchos de nuestros abuelos y padres, si ya son mayores, se acuerdan del fútbol de los Magníficos que marcaron una época en la historia del fútbol. Se decía que esos grandes jugadores podrían haber ganado una Liga y acabaron su carrera deportiva sin ganarla en Primera División. Quizá sea el título que más nos hubiera gustado ver en las vitrinas del Club, si bien es cierto, a muchos siempre nos quedará Paris.
Vaya equipazo
El Zaragoza se presentaba en la temporada 94/95 tras haber ganado la Copa del Rey. Lo hizo ante el Real Club Celta de Vigo en la tanda de penaltis con el gol de Paco "Paquete" Higuera y antes haber fallado Alejo el suyo. Esta victoria les daba la oportunidad de jugar la Recopa de Europa (hoy en día, por esos caprichos de la UEFA, ya no existe). La afición estaba volcada con la temporada, grandes jugadores, jugadores con un fútbol exquisito, jugadores que no daban un encuentro por perdido, y con una alineación que todos se sabían de memoria y que fue, a pesar de algunos problemas físicos de jugadores, la que salió de inicio en la Gran Final. Ya se sabe que cuando se juega una final, ese día, a nadie le duele nada. Se iba capeando la temporada con la Liga y la Copa del Rey, pero estaba claro que la gran ilusión era la competición europea en la que se debutaba, para ello se habían preparado y no se quería desaprovechar la ocasión de llegar lo más lejos posible.
El camino hacia la gloria
Se comenzó la competición en la primera eliminatoria enfrentándose a un desconocido Gloria Bistrita, donde se perdía en Bistrita por dos goles a uno contra todos pronóstico. Tocaba remontar en La Romareda, y se consiguió. Los blanquillos ganaron en el encuentro de vuelta por cuatro goles a uno. Esta primera eliminatoria era un claro ejemplo de que no iba a ser nada fácil la competición europea. Había que volver a centrarse en la competición doméstica antes de jugar la segunda eliminatoria. Todos estábamos expectantes por conocer el rival. De inicio 44 equipos partían en el sorteo de la Recopa, ya quedaban unos cuantos menos, pero todavía quedaba camino por recorrer.
El siguiente rival fue el Tratan Presov, pero para entonces y después del sufrimiento de la eliminatoria anterior ya nadie se fiaba. Otra vez con el factor cancha a favor de los zaragozanos: la ida la ganaba el Zaragoza por 1-2 y la vuelta, con una gran entrada en la Romareda, lo volvían a hacer por 4-0, dando un paso hacia los cuartos de final. Serían en a final donde ya habría que enfrentarse a un gran rival de solvencia exquisita, y es que Holanda siempre ha destacado por su buen fútbol y grandes jugadores. Teníamos que enfrentarnos al Feyenoord, teníamos otra vez el factor cancha, que eso era lo bueno, en Holanda se sufrió mucho para acabar perdiendo por 1-0. Quedaba el encuentro en La Romareda, y ese día el campo zaragozano fue el de las grandes ocasiones para llevar a su equipo hacia la gran final. Los del joven Víctor Fernández, realizaron un gran encuentro y remontaron la eliminatoria, pasando a semifinales con un 2-0.
Ya se estaba en semifinales y empezando a brillar en Europa, los periódicos europeos empezaban a destacar a unos desconocidos, para ellos equipo español, llamado Real Zaragoza. Además de los aragoneses, Arsenal, Sampdoria y Chelsea, eran los posibles rivales. Al final estos últimos nos tocó el Chelsea, equipo de moda en esos momentos en Inglaterra. Todos comentaban en la capital del Ebro: “nos ha ido a tocar los más difíciles”, y desde luego que se sufrió, y de qué manera, y encima el primer encuentro en casa. Hasta Zaragoza llegaron miles de los "famosos" aficionados ingleses que dieron el día a los ciudadanos aragoneses por sus malas formas y su peor comportamiento. Tuvieron que reforzar las dotaciones de policía y ni aún así conseguían controlarlos. Al frente del operativo policial estaba Bertomeu, un comisario llegado desde la capital española y especialista en intentar parar a los imparables londinenses, además uno de los máximos responsables de la seguridad privada de S. M. el Rey Don Juan Carlos I.
Yo estaba trabajando fuera del estadio para informar de lo que pasaba a nuestros oyentes, a los de toda España, ya que ese día las radios ya emitían el encuentro a nivel nacional. Yo iba siempre pegado a Bertomeu, por si acaso, y me sentía muy protegido ya que le acompañaba un perro, al que no me gustaría encontrarme lejos de su dueño. 25 años después, no sabría decir quién daba más miedo, Bertomeu era una gran persona y me trató fenomenal en todo momento, a pesar de las situaciones que se estaban dando.
Ante la bronca, la única manera de acallar a los aficionados de la isla era con fútbol, y de eso se encargaron los jugadores blanquillos con un contundente 3-0 en una llena Romareda. Pero no crean que todo estaba ganado, quedaba en Inglaterra el encuentro de vuelta. Aunque al final del partido era patente la euforia de los zaragocistas, quedaba ir allí, y como sufrimos... Aquel día, en el partido de vuelta, el Chelsea, apoyados por los suyos, ganaron por 3-1. Un gol del Real Zaragoza que fue agua bendita y que daba el pase a la gran final, ya en tierras galesas. Un gran número de zaragocistas fueron testigos, fue el primer lleno de aficionados que llegaban hasta Correos en la Plaza de España.
El rival en la gran final sería el Arsenal que ganaba a la Sampdoria en la tanda de penaltis, en ambos encuentros habían llegado con idéntico resultado 3-2.
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