Cualquier día de verano en el Sáhara supera los 50 grados de temperatura. A las condiciones meteorológicas se suman carencias sanitarias y alimenticias que hacen que los dos meses en Zaragoza, llevando la vida de cualquier niño, con una buena alimentación y completas revisiones médicas se conviertan en unas vacaciones en el paraíso para los niños acogidos gracias a Vacaciones en Paz.
El factor sanitario es el más importante, ya que en esas revisiones se detectan pequeños problemas de salud que en España se tratan fácilmente, mientras en los campamentos no cuentan con recursos médicos para su tratamiento, pudiendo empeorar. Sin embargo, de lo que más suele sorprender y hacer disfrutar estos niños, acostumbrados a la falta de agua, es la piscina.
Debido a la pandemia, este verano se tienen que suspender de nuevo los acogimientos, una decisión dolorosa según Laura Barceló, responsable de la asociación Um Draiga, aunque en un alarde de imaginación y esfuerzo, les han organizado algunas actividades para mejorar sus condiciones de vida en los campamentos.