La historia se repite desde hace años. Tanto da TUZSA, AUZSA o Avanza. Nadie recuerda, en la historia reciente, una negociación laboral en el bus urbano sin movilizaciones, concentraciones o intercambio de acusaciones sobre la falta de voluntad del contrario para negociar de buena fe. No se recuerda una negociación sin que las fichas acaben volcadas sobre el tablero porque nunca se dio: dos partes a la gresca, incapaces de entenderse sin elevar la tensión hasta límites insoportables.
A estas alturas, después de seis reuniones para negociar un nuevo convenio, los negociadores han iniciado su ritual del desencuentro total. La empresa acusa al comité de recurrir al chantaje de la huelga para lograr una subida salarial del 16% anual durante los próximos tres años, algo que desde Avanza consideran totalmente inasumible y fuera del único escenario posible: el del actual convenio, que ha supuesto una subida del 3,5% y una jornada menos de trabajo.
Por parte del comité de empresa interpretan con igual dureza las intenciones de la compañía. La propuesta de subida cero por el reciente incremento, fruto del vigente convenio, les parece una provocación que sólo tiene un objetivo: forzar a los trabajadores a emprender unas movilizaciones que, aseguran, la empresa está deseando que se convoquen. Además, incluyen exigencias sobre cuestiones de calidad y seguridad del servicio que, aseguran, no interesa resolver a la empresa.
El concejal de movilidad, José Miguel Rodrigo, que hoy ha presentado la ampliación del recorrido de la Línea 60 de bus para mejorar las conexiones entre Santa Isabel y la Capital, no ha escondido su preocupación por el tono que están empezando a tomar las negociaciones. Desde el Ayuntamiento, que proclama su condición de observador neutral, consideran desproporcionado empezar a hablar de huelga y piden un esfuerzo por mantener la vía del diálogo para evitar trastornos a los usuarios del servicio.